Esclava, esclava
de su tormento, de ser quien era y no tener remedio; deseaba desaparecer, dejar
de existir, no volver a respirar… Quería ser fuerte y ser capaz de todo, pero
no podía, se sentía inútil, era incapaz. Era como un ángel caído, dulce y
frágil, al cual le habían cortado las alas y por lo tanto, sus ganas de vivir.
Deseaba con ansias volver a desplegarlas y sentir la dulce brisa acariciar su
rostro, pero era imposible, estaba encadenada al suelo, a la basta tierra, a
ver el mundo tras aquel cristal de aquella vieja y carcomida ventana.
Estaba cansada de
guardar sus lágrimas en aquel vaso, de verse sufrir de aquel modo, no entendía
el porqué de su castigo, pero…no podía seguir viviendo así…entonces, saltó por
la ventana y se largó.